Reaparece el ex presidente de México, Enrique Peña Nieto, y lo hace marcando agenda política y mediática, tan así que el documental “Texcoco. La Decisión del Presidente”, en el que habla de la planeación y posterior cancelación del nuevo aeropuerto, llegó hasta la mañanera de la Presidenta Claudia Sheinbaum, quien ante los cuestionamientos de los reporteros, mencionó que es muy rápido para saber las intenciones del político mexiquense. Lo que es una realidad es que uno de sus argumentos, expuestos en este trabajo documental producido por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), lleva algo de razón, pues desde el sexenio pasado no se ha comprobado que el proceso para la construcción de este nuevo aeropuerto haya sidio bajo esquemas de corrupción.
Decisión.
Si bien la decisión que se tomó, en el mes de enero del 2019 a cargo de Andrés Manuel López Obrador, obtuvo una inmensa mayoría de los mexicanos que respaldaron esta cancelación, lo cierto es que aún existen muchas dudas de los motivos y que estén sustentados para eliminar esta importante obra, desde luego no dudo que Peña Nieto haya hecho de las “suyas” en cuanto a la licitación o el respaldo a los constructores “consentidos” de su sexenio, pues no fue una administración federal que sea recordada como las más pulcra, pero sería muy sano que se presenten todas las pruebas para avalar estos dichos, pues la principal fue el hecho de que era una zona donde se inundaba, y era muy complejo desarrollarla.
Casa Blanca.
Pensar en que Enrique Peña Nieto fue una “blanca palomita” en cuanto al manejo financiero en su administración, es también creer en “cuentos chinos”, pues gracias a la información que se filtró en su momento, los mexicanos pudimos conocer el caso de la “Casa Blanca”, una residencia valuada en siete millones de dólares, ubicada en uno de los lugares más lujosos en la Ciudad de México; inmueble propiedad de la empresa “Grupo Higa”, quien obtuvo diversos contratos de obra millonarios gracias al ex presidente de México, lo que de inmediato hizo suponer que la residencia en mención pudo haber sido un pago de “favores”. A ello se le tiene que sumar el mal manejo mediático que tuvo el mexiquense y su equipo para abordar el asunto, lo que hizo que se hundiera aún más. Por eso tampoco está “fuera de lugar” el hecho de que el aeropuerto de Texcoco le podría haber generado una o quizá dos inmuebles más de ese tamaño, o por qué no, hasta más grandes.
Estafa.
Cómo creerle a Enrique Peña Nieto que no hubo corrupción en Texcoco cuando a los mexicanos tampoco se nos olvida el caso de la estafa maestra, con la creación de más de 120 empresas fantasma, así como señalamientos en contra de diversas universidades en el país, incluido el caso de la UJED, con el desvío de millones de pesos, todo coordinado por dependencias como la entonces Secretaría de Desarrollo Social y la SEDATU, y funcionarios de su administración como Rosario Robles. Porque en ese entonces los funcionarios no se mandaban solos, sus decisiones en cuanto al desvío de recursos, por lo menos, tuvo que estar palomeado por el “jefe”, en este caso quien fuera el Ejecutivo Federal. Este es uno de los temas que también gracias a diversos trabajos de investigación de algunos medios de comunicación, fue que nuestro país se enteró de este desvío.
Odebrecht.
Cómo no recordar el caso Odebrecht, donde se documentaron sobornos de más de 10 millones de dólares a funcionarios de Petróleos Mexicanos (PEMEX) a fin de obtener contratos millonarios por parte de esta empresa, sobre todo para realizar trabajos en tres refinerías: en Tula, Minatitlán y Salamanca), donde el principal señalado fue Emilio Lozoya Austin. Muy ligado esto también debemos tener memoria en cuanto a la compra de la planta de agronitrogenados y Fertinal, un inmueble prácticamente “chatarra” y fue adquirido a un sobre precio. Es decir, si bien hay que comprobar el caso de corrupción en Texcoco, pero debería decirlo alguien con calidad moral para hacerlo, y no Peña Nieto.